¿Estás a punto de graduarte y imaginas en qué tipo de empresa te gustaría trabajar? ¿Te debates entre dedicar tus inicios a unas medianas-pequeñas empresas, donde la libertad es mayor y está todo por hacerse o a unas compañías grandes, mundialmente reconocidas? Si aún no te decides, te ayudamos contándote sobre los 5 mayores pros y contras de cada estructura.
“Por la plata baila el mono”
Si bien cuando recién comienzas con tus prácticas profesionales, el dinero no importa demasiado (no hay renta, ni servicios, ni gastos de comidas que pagar, ¡yeah!) debes saber que en una pequeña o mediana empresa los salarios suelen ser de hasta un 30% menos que la media que se paga en compañías grandes.
En las grandes empresas se manejan sueldos más competitivos y un mayor paquete de prestaciones: descuentos en gimnasios, planes de medicina más amplios, esquema de home office, mayor licencia de vacaciones y planes de capacitación.
Cuidado, el jefe anda cerca
En una empresa de menor tamaño, se mantiene un trato directo con los dueños, directores o gerentes de la empresa. No es necesario pasar antes por tantos intermediarios. Por la misma razón, en este tipo de organizaciones, las opiniones y propuestas son más escuchadas y si son buenas, existen muchas posibilidades de que se concreten.
Pero ¡atención! Ten presente que si acogen tu propuesta, tú mismo deberás cargarla al hombro y concretarla porque nadie más lo hará por ti. Puede darte miedo al principio, pero si te gustan los desafíos, es una excelente oportunidad para aprender.
En una compañía pequeña los empleados se conocen cara a cara con los dueños o gerentes, se tutean o tratan con el nombre de pila. Se hacen chistes mutuos sin sentir que están sobrepasando los límites del respeto. Mientras que los profesionales de grandes empresas sólo pueden acceder a los altos mandos durante las convenciones o reuniones anuales. Ser parte del círculo de confianza del gerente o bromear sobre las cuestiones más banales de la vida con el presidente no es fácil.
El peso del CV
Todos soñamos con tener una hoja de vida que grite: “¡Contrátame porque soy el mejor! ¡Mira dónde trabajé!”. Y para ello, haber trabajado en una empresa de gran tamaño es un punto extra en la evaluación de ingreso. Una recomendación o referencia positiva de un gerente o director en LinkedIn vale mucho más que un millón de dólares. Y, de manera inversa, una crítica sobre tu persona hecha por un encumbrado ejecutivo es un ancla muy difícil de levantar.
Si te desempeñas en una pequeña o mediana empresa, probablemente tengas que acostumbrarte a que pocas personas conozcan el nombre de la compañía donde trabajas. Y deberás repetir como loro una breve síntesis de aquello que produce o el servicio que ofrece. Pero eso no debería importarte, porque tu CV no dirá que ocupaste una posición rimbombante, pero sí tendrá una reseña de todas las tareas que aprendiste. Que seguro fueron muchas.
El deber cumplido
El hambre de aprender te consumirá de igual manera, sin importar que te desempeñes en una empresa grande o pequeña. Pero los mecanismos de aprendizaje en ambas estructuras son marcadamente distintos. Nada mejor que una mirada hacia dentro, para saber si eres de los que prefiere aprender por sí mismo y a los golpes. O si prefieres las estructuras más fijas, en las que cada uno de tus pasos sea evaluado y recompensado en consecuencia.
En una compañía de pocos empleados deberás arremangarte y trabajar duro. Muchas veces deberás cumplir con las funciones que en una empresa de mayor tamaño las realizan dos o tres personas. También es habitual que en estas compañías debas cumplir sobreturnos sin remuneración extra. Pero en estos casos, las metas alcanzadas tienen mayor visibilidad porque la relación con los gerentes o directores es más directa.
Por el contrario, si encuentras que lo tuyo es trabajar en un entorno más estable y con una organización de trabajo estructurada pues inclínate por una posición en una gran compañía. Allí encontrarás mayores oportunidades de capacitación y planes de crecimiento establecidos. Pero a diferencia de lo que ocurre en empresas pequeñas, tu contribución a la megacompañía será menos visible. Serás un talento entre miles, por lo que hacerse notar implicará mayor esfuerzo.
Innovación
Como la estructura de una pequeña o mediana empresa es mucho más flexible que la de una gran organización, en ocasiones las necesidades del negocio te permitirán involucrarte en más de un área, lo que incrementará tu experiencia y tu posibilidad de desarrollar nuevas habilidades.
En una megacorporación es más difícil echar a volar la imaginación para crear cosas nuevas. No porque no puedas sino porque tendrás que convencer a más cantidad de la gente de lo positivo del cambio. La resistencia al cambio en estas organizaciones es mayor. De hecho, allí la gente tiene que esperar mucho tiempo antes de llegar a puestos de responsabilidad.
Por otro lado, las empresas grandes mantienen un modelo de relaciones laborales diseñado desde la alta gerencia, que suele ser poco flexible en aspectos como solicitudes de permiso u horarios. Cada vez que un empleado hace cualquier tipo de solicitud, ésta debe pasar por varios departamentos, y la persona que autoriza, por lo general, no tiene contacto directo con los empleados.
La unión hace la fuerza
En las pequeñas o medianas empresas todos se conocen entre sí y cada uno sabe que trabajar en equipo redunda en el beneficio de todos. El ambiente es más humano y las relaciones laborales tienden a evolucionar hasta transformarse en amistades sólidas, a modo de una gran familia.
A falta de un esquema de capacitación para los empleados o pago de horas extras, muchas empresas pequeñas se vuelcan a otorgar beneficios más simbólicos, que refuerzan el sentimiento de pertenencia a esa empresa: festejo de cumpleaños, asados grupales para festejar ascensos, after office semanales o inauguraciones de casas, que fomentan el compañerismo.
Por el elevado número de personal contratado, en las grandes empresas suelen establecerse sindicatos de empleados y obreros, que se encargan de obtener los mejores beneficios posibles para los trabajadores en materia de sueldos y salarios, vacaciones, prestaciones y utilidades, servicios de salud y créditos.
Tu personalidad decide
Entonces, ¿qué hace falta para tomar la decisión acertada sobre en qué tipo de organización trabajar? ¿Grande o pequeña? Primero, analizar tu personalidad en el trabajo. Si eres una persona que se siente atraída por los retos, no tiene grandes compromisos financieros y en el futuro aspiraría a tener su propio negocio, la pequeña empresa podría ser una buena opción para ti. Si, en cambio, eres una persona que busca estabilidad ante todo y que disfruta de una organización con más estructura, quizás la gran corporación sea tu mejor opción.
No todos los profesionales están hechos para trabajar en una empresa pequeña, pues hay perfiles que se acomodan mejor a este tipo de emprendimientos, como aquellos que les gusta saber de todo o que operan sin grandes estructuras o procedimientos. Lo que sí es seguro es que en estas compañías es fundamental ser capaz de autogestionarse y poseer una gran tolerancia a la frustración, ya que muchas veces las buenas ideas no se pueden implementar por falta de recursos.
Photo 1. based on Raffles Place by Day, by Robert Lowe, CC-by-2.0.
Photo 2. based on HA Staff in the Bedford Office, by Highways England, CC-by-2.0.
Photo 3. based on Teams working, by Carbon Tippy Toes, CC-by-2.0.
Photo 4. based on Office Staff / Colleagues, by Adam S, CC-by-2.0.