Cuando decides dejar tu casa y tu familia por un tiempo, en pos de una nueva experiencia de vida, ganas mucho más de lo que pierdes. Primero tienes que renunciar a tus miedos porque viajar solo es una experiencia que bien vale la pena. A continuación, algunos consejos para animarte a dar el gran salto, sea para unas vacaciones o para una práctica profesional en otro país.
Viajar solo no está reservado a la “gente sin amigos”. Muchos son los que prefieren viajar por su cuenta como una manera de descubrir nuevas culturas sin que interfieran las opiniones o los deseos de otros. Sucede que ver el mundo sólo con nuestros propios ojos, alejados de las opiniones (positivas o negativas) de terceros, sin nadie que nos dirija el rumbo, y eligiendo por nosotros mismos cada camino, es el viaje de descubrimiento más hermoso que existe.
Si nunca has viajado solo antes y te mueres por hacerlo, pero no te animas ¡aun tienes esperanzas! Aquí encontrarás siete maneras de superar tus más íntimos miedos.
1. Inspírate en otros viajeros
Quizás algún amigo aventurero o un familiar audaz ya ha viajado solo. O tal vez no tienes a nadie en tu círculo íntimo que lo haya hecho. En ese caso, deberás buscar inspiración en conocidos de tus conocidos que se hayan animado a hacerlo. O tal vez no cuentes ni con eso siquiera. Por suerte, existen innumerables blogs de viaje con experiencias de todo tipo y color.
Es muy habitual que los viajeros que aman recorrer el mundo tan sólo con una mochila al hombro, lleven diarios de viaje o actualicen blogs. Allí comparten sus impresiones con el resto de los mortales. Puedes escribirles un mail contándoles de tus temores. Y no es de extrañar que te respondan al instante, felices de poder servirte como fuente de inspiración y confianza. Sólo tienes que salir de la burbuja y animarte a preguntar.
Recuerda que The Intern Group también captura las experiencias de otros estudiantes que ya han vuelto de tener experiencias exitosas lejos de sus casas. Accede a ellas desde aquí. ¡La iniciativa contagia!
2. Prepárate para luchar contra los “No lo hagas”
No importa cuán entusiasmado estés con el viaje que tienes en mente. Puede ser una verdadera decepción que tus seres más queridos no sean todo lo comprensivo que esperas. Siempre habrá quienes insistan para que no viajes solo “porque es muy peligroso”. En ese caso, no te quedará otra que aprender a lidiar con gente así. Al fin y al cabo no lo hacen porque son malos. Es su manera de demostrarte que te aman y que desean verte seguro y feliz.
Pero el hecho de que hablen no significa que tengas que escucharlos. Haz una breve lista de personas cuyas opiniones realmente te importan. Pídeles una razón sólida por la cual no te apoyan en tu aventura, y respóndeles con alternativas que solucionen esos miedos. Por ejemplo, si tienen miedo de que te secuestren puedes mostrarle los altos índices de seguridad de la ciudad a la que planeas ir. Si tienen miedo de que el avión se caiga, puedes referir el bajísimo índice de accidentes aéreos. Todo el resto de personas que no se encuentren en tu reducida lista no merece la mínima consideración. Así de simple.
3. Sinceramiento financiero
También debes asegurarte de haber ahorrado dinero más que suficiente para cubrir los gastos habituales de traslado y comida, y disponer además de un “bonus track” de reserva para gastos imprevistos. Antes de salir, deberás tener una charla muy sincera contigo mismo y establecer un acuerdo para determinar en qué cosas podrás gastar con libertad y en qué otras, mejor no hacerlo. Seguramente habrá gastos superfluos que podrás evitar.
Una sugerencia es vivir con modestia durante tu estancia en el destino. Y recién los últimos días, cuando veas que el límite de la tarjeta de crédito te lo permite, podrás encarar la aventura de comprar souvenirs y recuerdos para toda la familia y la banda de amigos. ¡Un viajero previsor es un viajero seguro en sí mismo!
4. Preparativos
Otra vez te sugerimos hacer una lista, pero esta vez de las cuestiones administrativas que debes tener finiquitadas antes de irte. Por supuesto, que el listado lo lidera el pasaporte o visa, según el país de destino. Le siguen la cobertura médica o seguro de viaje, contar con un celular o tablet o notebook que te ayude a estar conectado con tu gente, candados suficientes para maletas y lockers, teléfonos de embajadas o consulados y un frasco de protección solar alta.
Estar sano y salvo en tu destino no es muy distinto de lo que haces para estar seguro en casa. Si no paseas solo por la calle a altas horas de la noche, si no alardeas de la tecnología de última generación que llevas en el bolsillo, si no te emborrachas en bares estando solo, tampoco tienes que hacerlo a medio mundo de distancia. La sensatez será tu mayor aliada.
Por otro lado, investiga sobre las sugerencias que hayan hecho otros viajeros de ese destino. La embajada de tu país posiblemente tenga un sitio online con recomendaciones para viajeros. Ten siempre a mano números de emergencia locales y averigua con el conserje de tu hotel sobre las trampas más habituales que les hacen en ese lugar a turistas desprevenidos. Y, como siempre, hazle caso a tu intuición.
5. Con una mente curiosa
Lo mejor de viajar solo es que te permitirá ser exactamente aquello que deseas ser, sin el prejuicio o influencia de las personas de tu entorno, como familia, amigos o la sociedad en la que fuiste educado.
Sobre la marcha irás permitiéndole al mundo ver tu mejor faceta. Viajar solo para unas hermosas vacaciones o para hacer una práctica profesional te permitirá conocerte mejor y saber cuán capaz, valiente e independiente eres verdaderamente. Permanece abierto a conocer gente nueva que pueda mostrarte otras perspectivas de la vida, curioso para aprender sobre nuevas tradiciones.
6. Tu mundo, en una maleta (o dos)
El proverbio que dice que “lo importante está en ti y no en las cosas materiales” parece material de un libro barato de autoayuda. Pero de verdad es así. Y esto se evidencia más que nunca cuando tu práctica profesional te lleva a otro punto del globo, y te obliga a empacar lo imprescindible en una o dos maletas livianas.
Además de dejar a familia y amigos, lo más difícil es despojarnos de las cosas materiales. Algunos trucos que irás aprendiendo con las mudanzas: no lleves libros pesados, mejor empácalos todos en tu Kindle; envuelve lo que se pueda romper en algo que sea imprescindible; pon medias y ropa íntima a llenar los huecos de la maleta; lleva un abrigo para todas las estaciones; y, por lo que más quieras, invierte en valijas con cuatro ruedas. El resto, lo aprenderás sobre la marcha.
Te sorprenderá ver cómo vivir con poco termina siendo sanador. Viajar a un lugar nuevo con lo mínimo te dará la sensación de que eres libre para tomar tus pocas cosas para irte a cualquier lado, en cualquier momento. Como un nómade que busca la felicidad… y eventualmente la encuentra.
7. Siempre hay gente amable
Ten en cuenta que no siempre las estaciones de metro disponen de ascensores. En ese caso, seguro querrás tirar las maletas por el andén. Pero no colapses antes de tiempo, porque no importa cuán grande sea tu equipaje, siempre aparecerá una mano amiga para ayudarte a subirla.
Y si tu tablet se quedó sin batería y no cuentas con un mapa de la ciudad, ten la certeza de que aparecerá un alma generosa a sacarte de tu desesperación. Te indicará gentilmente cómo llegar a destino. O hasta se ofrecerá a escoltarte hasta la puerta del hotel.
No es broma. Cuando viajas solo los planetas se alinean para ponerse de tu lado y las personas generosas salen a tu encuentro a rescatarte del caos. ¡Anímate a viajar solo y serás el dueño del mundo!
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***Para hacer una práctica en Nueva York, Australia, Londres o Hong Kong, es indispensable el conocimiento avanzado/nativo del inglés. Para hacer una práctica en América Latina o Madrid, no es obligatorio***
Sources:
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